lunes, 11 de enero de 2010

¿Y ahora qué?

Me gusta imaginarme la vida como si fuera un camino, ciertamente me gusta andar, y si a veces no me gusta, se podría decir que no me importa hacerlo. Normalmente prefiero saber por dónde voy incluso si tengo que dar mas vueltas, suelo coger el camino que mejor conozco, como las hormigas, aunque también es cierto que a veces pierdo el rumbo y prefiero perderme por el bien de todos.

Hace mucho tiempo que empecé a andar por el camino incierto, que empecé a tomar decisiones, hace tiempo que solté la mano que me guiaba, (aunque sepa que siempre estará ahí para ayudarme a levantarme y a seguir adelante) para ser yo el que tomara las riendas de mi propio rumbo. Y cada vez me doy más cuenta de lo embrollado que es caminar contando solo con el mapa que voy creando a través de las vivencias, la experiencia y sobre todo por los tropezones, las contrariedades y las caídas de boca contra el suelo.
El camino es largo e incierto muchas veces, pero ¿no es eso lo mejor de todo? ¿qué sería de la vida sin emociones? Bien es verdad que es mas fácil nacer con el camino asfaltado, señalizado y recto, pero qué aburrido Dios, y que sumamente inapetente.

Así pues sigo caminando por mi camino, tranquilamente y sin prisas, disfrutando del paisaje y de los viajeros que voy encontrando, la mayoría de los cuales acaban por tomar otro sendero, como es normal. Cada uno tiene sus necesidades y no culpo a nadie de apartarse de mi itinerario, yo también he tenido que hacerlo y he dejado a mil personas para ir por otra vereda, es inevitable.

Así pues, resulta que a lo lejos he empezado a vislumbrar una encrucijada con varios desvíos a tomar. Uno hacia el norte y otro hacia el oeste son los que se presentan como mas aventurescos, pero al mismo tiempo largos, tortuosos y además lejanos tanto en la distancia como en el tiempo. Son estos dos caminos los que abren un amplísimo abanico de posibilidades, aunque una vez mas todo es incierto. Hacia el suroeste el camino parece más sencillo, mejor señalizado e incluso cabe la opción de que me encuentre un GPS al poco de comenzar, pero al mismo tiempo es posible que no sea lo que realmente quiero y espero encontrar al final de éste. Finalmente cabe la posibilidad de seguir todo recto, de los senderos el más lógico, y una vez mas puede que el más aburrido y frustrante aunque con un muy probable final dulce o al menos agridulce. Por supuesto la posibilidad de volver atrás ni me la planteo, faltaría mas.
A todo esto tenemos que sumar la dificultad añadida de que vaya donde vaya quizás no sea alguien como yo a quién esperan, o puede que elija la dirección que elija sea mi actitud normalmente positivista la que me guíe hacia un final feliz, escoge tu propia aventura, curiosamente uno de los libros que tengo pendientes de releer.

Pues bien, después de mucho vacilar he llegado a esta conclusión:

¿Y ahora qué?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Elige el noreste que yo te ayudo

César dijo...

Caminante no hay camino
se hace el camino al andar.

Me lo dijo un tal Antonio y un tal Juan Manuel lo interpretaba a así de bien:

http://www.youtube.com/watch?v=RljGqkeOrjo&feature=related

Favole dijo...

Me encanta ^^ ARTISTAAAAA :P