martes, 18 de noviembre de 2008

Words Are Cheap


Salió de la boca de un profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén: "Words are cheap".
Es como resumir todo lo que significan las palabras en sí usando tan solo tres de ellas.

Y cuánta razón tiene el Dr. Zohar, por cierto. Qué fácil y qué barato es a día de hoy insultar, difamar, desprestigiar y manchar la imagen de alguien con tan solo unas pocas palabras. Muy pocas personas son socialmente conscientes del efecto (o más bien "defecto") que producen, los demás tan solo son pobres ilusos; es más fácil conseguir la felicidad siendo tonto, eso es así. Por supuesto, es mucho mas sencillo soltar lo primero que se te pasa por la cabeza y justificarlo pensando: "Esto es un país libre, tengo libertad de expresión, ergo hago y digo lo que me sale de donde el Robe se tatuó azul una casita".
Esa gente es tan sumamente egoísta como para justificar el hacerle daño a alguien, aunque "solo" sera moralmente, a través de un derecho básico en la sociedad moderna. Cómo nos gusta aprovecharnos de los derechos, interpretarlos y usarlos como nos plazca y qué fácil es, ¿verdad?, y qué pocas veces miramos la lista de nuestros deberes cívicos y éticos.

Lo realmente difícil es pensar en los demás; cuanto nos cuesta, joder, qué bocazas somos, qué poco pensamos en las repercusiones, así nos luce el pelo. Pero como muchos escritores, poetas, filósofos y yonkis afirman, todo depende del punto de vista, y que tire la primera piedra aquel que nunca le haya tocado los huevos a alguien, con intenciones más allá de una simple broma y sabiendo que a esa persona le vas, al menos a incomodar con tus palabras. Siempre he pensado que el ser humano es tocapelotas por naturaleza, pero claro, cada uno las toca a su manera, como la batería.
Pero, ¿dónde está el límite?. Que yo sepa no hay regulación alguna a este tipo de "ataques" si se les quiere llamar así, a parte de la ostia en la boca o la conversación cordial poniendo las cartas -trucadas- sobre la mesa, aunque tanto en política como en el mundo del corazón (curiosamente gente con poco corazón) están de moda las demandas por injurias. Me parece muy bien, te llevas un dineral por la cara, pero la mierda te la llevas bien pegada por mucho que restriegues el zapato contra el bordillo.

El mencionado profesor, y ya que viene a cuento, también habló de "Apologies". Rediós, eso sí que nos cuesta. Y muchos pensarán: "Y si tengo libertad de expresión, ¿para qué tengo que disculparme por lo que digo? y una mierda; el que se pica ajos come"
Y da igual quien sea el ofendedor o el ofendido, qué mas da que sea un político extremista, un periodista deslenguado, la Belén Esteban o un amigo de toda la vida, todos tenemos la capacidad innata de reafirmarnos (o engañarnos) a nosotros mismos sobre lo buenos y listos que somos a través de decirles a otros todo lo negativo que pensamos de ellos, ¿algún/a aludido/a? pues que me disculpe por haber malinterpretado mis palabras.

Words are cheap, qué duda cabe.

martes, 4 de noviembre de 2008

Montando Películas (II): Timo & Tarja



Se conocieron como suele conocerse la gente normal, aunque ellos en concreto tuvieran poco de normales. Era un día incierto, de esos en los que no se sabe si brillará el sol o lloverá a cántaros. Fueron presentados por una amiga en común: "Timo, ésta es Tarja, Tarja éste es Timo" dos besos, lo típico.
Como acababan de conocerse y era temprano, no se prestaron demasiada antención; era como si presagiaran lo que iba a pasar tan solo unos días mas tarde.

De lo mucho que tenían en común, destacaba el que pocas veces actuaban como ellos eran en realidad, es decir: "actuaban" delante de la gente, bien por miedo a no ser entendidos o por no encontrar a nadie con quien compartir esa forma de ser y sentir tan fuera de lo común. No eran capaces de hacerle entender al mundo una visión que no se basara en las paparruchas de una u otra cadena de radio de difusión nacional, sino la del alma de cada uno y el color del cristal a través del cual se mirara.

Durante algún tiempo se dedicaron a decirse las típicas imbecilidades que se usan socialmente tanto para intentar saber alguna millonésima parte del otro ser como para intentar que el otro no las averigüe de ti, interesante juego.
Pero en el fondo ambos sentían ese tipo de atracción que solo puede acabar de una forma y en un lugar concerto, normalmente.
Poco a poco empezaron a descubir que eran más similares de lo que pensaron en un primer momento y empezaron a abrir, poco a poco su caparazón en pos de un mayor entendimiento.
Lo que Tarja no sabía es que Timo tenía más películas en la cabeza que ya habían empezado hace mucho tiempo.

La cosa se ponía interesante y se complicaba en el nudo. Mientras Timo se liaba con sus películas, Tarja se planteaba tirarse de cabeza a la piscina, aunque ella misma, sin saber muy bien por qué, sabía que era mejor bajar poco a poco por las escaleras y mojarse primero los hombros y la cabeza; hizo bien, aunque tampoco sería justo decir que la culpa fue solo de Timo.

Las cosas seguían su cauce hasta que un día, por circunstancias de la noche y los malos vicios que en ella se poducen, venden y consumen, da igual el lugar, se acercaron al unísono;
cada vez se acercaban más, un poco más, más cerca, dudas, roce, más dudas, besos, pasión.
Así sucedió, tan rápido e intenso que a penas quedó tiempo para despedidas, y así de rápido empezó la cucharada de pasión clandestina a diluirse en un mar de dudas. Los dos lo aceptaron de buen grado y curiosamente al poco tiempo volvieron a hacerse poco caso y a dedicarse las típicas imbecilidades que se usan socialmente, bla, bla, bla.

Pero ya se sabe, donde hubo fuego quedarán ascuas, o algo así.
El ser humano es extraño, ¿no te parece?