martes, 4 de noviembre de 2008

Montando Películas (II): Timo & Tarja



Se conocieron como suele conocerse la gente normal, aunque ellos en concreto tuvieran poco de normales. Era un día incierto, de esos en los que no se sabe si brillará el sol o lloverá a cántaros. Fueron presentados por una amiga en común: "Timo, ésta es Tarja, Tarja éste es Timo" dos besos, lo típico.
Como acababan de conocerse y era temprano, no se prestaron demasiada antención; era como si presagiaran lo que iba a pasar tan solo unos días mas tarde.

De lo mucho que tenían en común, destacaba el que pocas veces actuaban como ellos eran en realidad, es decir: "actuaban" delante de la gente, bien por miedo a no ser entendidos o por no encontrar a nadie con quien compartir esa forma de ser y sentir tan fuera de lo común. No eran capaces de hacerle entender al mundo una visión que no se basara en las paparruchas de una u otra cadena de radio de difusión nacional, sino la del alma de cada uno y el color del cristal a través del cual se mirara.

Durante algún tiempo se dedicaron a decirse las típicas imbecilidades que se usan socialmente tanto para intentar saber alguna millonésima parte del otro ser como para intentar que el otro no las averigüe de ti, interesante juego.
Pero en el fondo ambos sentían ese tipo de atracción que solo puede acabar de una forma y en un lugar concerto, normalmente.
Poco a poco empezaron a descubir que eran más similares de lo que pensaron en un primer momento y empezaron a abrir, poco a poco su caparazón en pos de un mayor entendimiento.
Lo que Tarja no sabía es que Timo tenía más películas en la cabeza que ya habían empezado hace mucho tiempo.

La cosa se ponía interesante y se complicaba en el nudo. Mientras Timo se liaba con sus películas, Tarja se planteaba tirarse de cabeza a la piscina, aunque ella misma, sin saber muy bien por qué, sabía que era mejor bajar poco a poco por las escaleras y mojarse primero los hombros y la cabeza; hizo bien, aunque tampoco sería justo decir que la culpa fue solo de Timo.

Las cosas seguían su cauce hasta que un día, por circunstancias de la noche y los malos vicios que en ella se poducen, venden y consumen, da igual el lugar, se acercaron al unísono;
cada vez se acercaban más, un poco más, más cerca, dudas, roce, más dudas, besos, pasión.
Así sucedió, tan rápido e intenso que a penas quedó tiempo para despedidas, y así de rápido empezó la cucharada de pasión clandestina a diluirse en un mar de dudas. Los dos lo aceptaron de buen grado y curiosamente al poco tiempo volvieron a hacerse poco caso y a dedicarse las típicas imbecilidades que se usan socialmente, bla, bla, bla.

Pero ya se sabe, donde hubo fuego quedarán ascuas, o algo así.
El ser humano es extraño, ¿no te parece?

2 comentarios:

Osica dijo...

¿Y por qué dejaron aquello de lado de repente? ¿Tanto ganaron las dudas a esa pasión que se supone sentían?

Es muy cierto eso de que es jodido intentar saber de alguien que te atrae sin que se te note, y más cuando algunos somos como un libro abierto jejeje.

Es genial la imagen que has puesto :P De la canción sólo puedo decir que conozco esa sensación de impotencia del borracho, desesperado sobre un puente y mirando al infinito.

Albertucho dijo...

Igual todo aquello fue algo que sabían que tenía fecha de caducidad o igual no eran solo las dudas y las películas, quién sabe.