
Y no es nada fácil, créeme. Cuando me siento allí, casi desnudo, a penas puedo verme entre la espesa niebla que lo ocupa todo y mi voz es apenas un susurro a veces interrumpido por algún sonido inevitable en un sitio como ese.
Estando sentado, estiro el cuerpo entero y dejo que éste se relaje dentro de lo posible, cojo la postura que tan famosa hizo Rodin y me pongo a darle vueltas a todo.
Por fin encuentro el puzzle y me pongo con él, cada vez me cuesta más y eso que, en teoría, deberían quedar menos piezas. Creo que el problema es que al puzzle cada día se le van añadiendo más piezas y además a veces se desordenan ciertas partes, empiezo a sentirme un poco como Jigsaw, pero sin malas intenciones. Esta pieza por aquí, o por lo menos ahí estaba ayer, la otra por allá, que ahí es donde tiene que estar, y ésta aquí ¿que no encaja? ya verás si encaja, por mis cojones que encaja. De pronto empiezo a recordar algo que pasó hace poco, un sentimiento de odio propiciado por un individuo simiesco al que le bastaron dos palabras aunque se tendría que haber llevado dos ostias. Céntrate hombre, céntrate, hiciste lo más sensato, así eres tú, sensato. Respiro hondo y continúo con mi jornada puzzlesca, bonito palabro.
Vamos a ver, parece que una pequeña parte está completa, que ya es un comienzo, pero claro, hacer las esquinas del puzzle es lo más fácil, no tiene mucho mérito, encajar las piezas pequeñas del centro es lo realmente jodido. Se me ocurre algo: voy a poner una pieza aleatoria en el centro y voy a intentar reconstruir a partir de ahí. Pues no es mala idea, parece que la cosa va cogiendo cierta forma, abstracta, pero al fin y al cabo forma. Continúo, ya he formado la estructura básica y lo que hasta este punto se puede hacer, ni más ni menos. Una vez más trato de adivinar cómo serán esas piezas que faltan, y a partir de esos dos o tres modelos que están en mi cabeza, imagino cómo podría resolver esos puzzles dentro del puzzle, pero eso ya es demasiado imaginar.
Aparte de esas zonas que mas o menos están hechas, bien por ser fáciles, bien por haberlas medio hecho poco a poco a partir de una pieza, todavía queda una zona que tengo reservada, una zona de la que no me quiero imaginar ni una sola pieza, una parte tan importante del puzzle que sin ella será difícil acabarlo, aunque mucha gente hoy en día prefiere prescindir de esa parte. Una zona tan complicada y a la vez tan hermosa que me hace sentir una emoción inmensa.
Como digo, esa zona está reservada, aunque con la espesa niebla que me rodea, todavía no he conseguido ver a nombre de quién.